Es Guilleeeeermo, el ídolo más representativo del campeón del fútbol argentino. Es Barros Schelotto, el entrenador que -ya sea por su personalidad o por su espalda- se despierta y convive cada día con presiones imposibles de soportar para cualquiera.
Es el Mellizo, la debilidad y fuente de contacto permanente de Mauricio Macri. Pero también es Guille: el padre, el marido, el hermano, el amigo y el hijo. Al que no encandilaron las luces de Buenos Aires y elige La Plata para vivir -y pasar parte de sus vacaciones también.
Es el que se ríe cuando habla de sus amistades de siempre, se ilumina cuando cuenta algo de los cuatro mini Schelotto o se enorgullece de poder compartir la vida con su hermano como si fuesen uno dividido en dos.
¿Cuándo te empezaste a sentir campeón? En el hotel de Bahía se notaba que no tuviste tu momento para asimilar y disfrutar.
Es así, porque no podía estar ahí tranquilo. Pero interiormente sabíamos que no se nos podía escapar. Habíamos sacado una ventaja muy importante a mitad del torneo desde los puntos y lo futbolístico y siempre supimos mantenerlo. Sobrellevamos bien esa presión.
¿Recién cuando llegaste a tu casa y te fuiste a almorzar con tu mujer encontraste ese tiempo?
Sí. Siempre que estamos solos con mi mujer, porque los nenes están en la escuela, tratamos de salir o de hacer algo distinto para poder pasar un momento. Y hablamos de cualquier cosa...
¿Después de cuánto tiempo volvió el Guillermo persona?
Imagínate que estuvimos en Mar del Plata, volvimos el lunes y el martes nos fuimos de vuelta a Bahía. Aparte, ese día que estuve en mi casa pensaba: “¿Ganará Banfield?, ¿ganaremos nosotros?, ¿se define o no se define? No podemos dejar pasar la oportunidad...”. Estuve siete días pensando todo el tiempo en lo mismo.
¿En tu casa te entienden o tenés los reclamos típicos de “dejá el teléfono, sacate el trabajo de la cabeza”?
Muy pocas veces me han dicho “dejá de pensar en Boca”. Durante el día vengo temprano al club, organizo todas las cosas y trato de llegar a casa a las 6 de la tarde y no tener que hacer nada.
¿Pero podés estar realmente? Pienso en estos últimos 30 días y...
No, digo “estoy acá” pero... (Se ríe). Mitad y mitad. Hay momentos en los que estoy sólo ordenando algo de la casa y me pongo nervioso, empiezo a pensar y no paro. Y de repente me digo: “¿Qué hago? Si faltan cinco días para el partido...”. Y trato de volver. Boca exige todo el tiempo. Pero me gusta estar acá...
Contabas del primer almuerzo con tu mujer después de Bahía Blanca. ¿Te preguntó algo de Boca?
Me preguntó qué iba a haber el domingo, si sabía algo. Le dije que no sabía nada, que estaban organizando. Después hablamos de una revista que tenía ella, me empezó a hablar de algo que había salido ahí. Y nos pusimos a organizar el día porque uno de los nenes había dicho que cuando saliera campeón Boca se iba a pelar.
¿Cuál de todos?
El segundo, Nicolás. Entonces teníamos que organizar con quién quedaban Maxi y Santiago, porque el más chiquito se iba a jugar con el hijo de Gustavo a su casa. Teníamos que acomodar eso...
Fue tu rato de padre de familia.
Sí, te digo la verdad: son esas cosas que te permiten relajar. Porque mi mujer mucho de fútbol no sabe, no entiende. Entiende que es mi profesión y me apoya, claro.
Pero no te está pidiendo a un jugador.
No. Por ahí viene a la cancha y me dice que jugó bien uno que para mí había jugado mal. Yo me río. Lo mismo me pasa con mis amigos. Me hablan bien de alguno y yo me los quedo mirando, ¿qué les voy a decir?
¿Te siguen haciendo el aguante y te acompañan o ya lo naturalizaron?
Me dicen las cosas sin respeto. Tal vez vos me las preguntás bien, pero ellos... “No puedo creer por qué no ponés a tal” (golpea la mesa).
¿Qué contestás?
”No me hagás calentar...”.
Encima ni a vos ni a tu hermano les cuesta mucho...
(Se ríe) Me lo dicen pero porque son futboleros, los entiendo.
¿En un Boca-Gimnasia qué pesa más?
Y... estaban todos los de Gimnasia.
¿Tenés grupo de Whatsapp con ellos?
Sí. Y son todos de Gimnasia en el grupo.
¿Cómo se llama el grupo?
No, no tengo idea... Creo que “El Flaco”.
¿De qué hablan?
De todo, cosas de amigos.
¿Tenés tiempo para participar?
Poco, pero trato. Ahora la comunicación es más directa y más rápida, puedo estar más conectado. Pero no me prendo mucho, lo miro y contesto a la noche.
¿Los nenes que te dijeron?
Pasa que me vieron recién el jueves a la tarde. Estaban durmiendo cuando volvimos de Bahía porque llegué a las tres de la mañana. Hablamos por teléfono cuando estaba allá, pero ya estaban pensando en otra cosa.
¿Pero apenas salieron campeones no pudiste comunicarte?
No, porque no había señal donde estábamos. Y cuando salí estaba todo el periodismo. Recién a los once de la noche me pude comunicar.
¿Y cómo es ser el hijo del entrenador de Boca? ¿Hablan más cosas de ellos o te preguntan del equipo?
Más cosas de ellos. Por ejemplo, los tres más grandes juegan al fútbol. Les pregunto con quién juegan y esas cosas, no quiero perder por el trabajo la relación de padre-hijo ni dejar de incentivarlos para que hagan algo que les guste.
¿Es un ejercicio mental diario que el trabajo no te ocupe la cabeza?
Trato de que cuando estoy en el club, estar en el club. Cuando voy a mi casa, estar en mi casa. Tengo que relajarme un poco. A veces es difícil...
Tu papá destacó el trabajo qué hacés con tu hermano y comparó al equipo con Mano de Piedra Durán. ¿Con él hablás de fútbol?
Sí, cada vez que voy a la casa me pregunta. Pero no de fútbol: de Boca.
¿Si hubiese sido por él, en algún momento te hubieses ido de Gimnasia?
Imagino que no. Cuando tomé la decisión de venir a Boca como jugador, fue 100% mía. Él hubiese querido que me quede allá.
¿En algún momento pesa la exigencia extrema de Boca?
No. Es una exigencia linda de obligaciones profesionales.
¿Te permite disfrutar? Pareciera que no se puede perder un partido...
Sí, es una exigencia al máximo a nivel profesional.
¿Nunca te sentiste estresado?
No, porque la presión me la meto yo también. Me pasaba lo mismo en Gimnasia, Columbus o Lanús.
¿Alguna noche de este año te pasó que no te pudiste dormir?
No, soy de acostarme y no poder dormirme rápido, pero siempre pude.
¿Te genera satisfacción la relación que podés mantener con tu hermano?
Pasa que nosotros estamos acostumbrados a esa relación, porque elegimos la misma profesión de futbolista o entrenador y compartimos muchas cosas. Quizás tenemos una relación mucho más directa que en cualquier otro cuerpo técnico, incluso con Ariel no hay tanta distancia. Nos entendemos con la mirada: eso una ventaja.
¿Se pelearon por algo futbolístico?
Eh, diferencias en cuanto a decisiones... Normalmente lo charlamos con él y con Ariel y tomamos una decisión en conjunto. Pero no... Discutimos la idea, discutimos el nombre.
Viven uno al lado del otro: no pueden terminar peleados.
No, pero no hay una discusión, son opiniones distintas y nada más.
En algún momento cambiaron muy fuerte la defensa...
Normalmente los cambios que se impusieron surgieron naturalmente. Entre los tres, ¿eh?El Pata también. Cuando terminó el partido con Huracán, por ejemplo, nos quedamos una hora y media en el hotel y uno dijo: “hay que jugar bien contra Independiente porque si no vamos a perder”. Lo dijo uno y los otros lo estaban por decir. Así como contra Newell’s y Huracán priorizamos ganar, contra Independiente priorizamos ganar pero jugando bien.
¿Ves las repeticiones de los partidos?
Sí, pero no de la manera que los pasa la televisión.
¿Te viste alguna vez sacado protestando contra un árbitro?
Sacado, no. Protestando, sí.
¿Qué pensás cuando te ves?
Que normalmente tengo razón (se ríe). Pero yo discuto con el cuarto en el partido o con el árbitro, pero termina ahí. Incluso después del penal con Huracán, que fue dudosísimo, no dije nada. Lo mismo otras veces que el árbitro nos perjudicó. No soy de seguirla en los medios. Soy calentón, qué querés que haga...
¿Alguna vez tuviste que calmar a Gustavo, que parece más volcánico?
¿La actitud del equipo para ir por la Copa se tiene que parecer más a la del equipo que empezó el torneo o al que terminó?
Para mí la actitud fue la misma. Pasa que tanto el carácter como el juego fueron creciendo.
Pero la defensa no fue más agresiva al final del torneo que al comienzo...
Sí, pero porque fue creciendo. También te lo da la seguridad, las fechas, las obligaciones.
¿Fue por una evolución o por un cambio de nombres?
Y con la obligación del equipo, sin dudas. Se notó que los jugadores de Boca tuvieron personalidad: estuvieron 18 fechas punteros. Cuando tuvimos que ir a ganar a River, ganamos. A Vélez, que es una cancha durísima. A Independiente...
¿Qué significa para vos tener 17 títulos en el club?
Es buenísimo, pero no convivo con eso. Es más importante para mí el afecto que me da el hincha que cualquier título.
¿Por qué se siente tan representados con vos?
Imagino que el hincha hubiese jugado como lo hacía yo, con ese sentimiento. Ahora se ven identificados no con los resultados del juego, si no con la forma.
El lunes te juntás con Angelici. Si fuese decisión tuya, ¿hasta cuándo te quedarías?
No tengo ni idea. Me quedé diez años como jugador sin pensar nunca que me iba a quedar diez años. La clave es ir pensando el día a día. Yo estoy cómodo, me siento bien trabajando en Boca.
¿Qué es el éxito en Boca?
Es ganar, sin duda.
¿Y en la vida es lo mismo?
No. Es parte de tu vida ganar o perder. El éxito en Boca es ganar, pero hay que entender que a veces ganás o perdés y hay que transmitir que esa es la verdad y la realidad: ganás y perdés.
¿Pudiste canalizar esa experiencia cuando te tocó quedar afuera de la Copa, para transmitírsela a tus hijos? ¿Que incluso trabajando y haciendo todo para ganar se puede perder?
Sí, incluso desde el momento en que quedamos afuera de la Copa Argentina y en todos lados decían “qué grave, Boca no juega la Libertadores”. Y no era tan grave. Sí, Boca juega la Copa casi todos los años, pero el sensacionalismo muchas veces no ayuda para ver y entender determinadas situaciones. La realidad es que la mayoría de las veces Boca va a jugar la Libertadores, pero de repente no está mal que no juegue y pueda arrancar de cero, volver a ganar un campeonato, sentar las bases, tomar fuerza de vuelta. O pensar qué pasó y obligar a un replanteo para comprender. Igual, si hubiesen avisado antes quiénes ingresaban a la Copa, no hubiésemos jugado cinco fechas con juveniles...
¿No tenés ni un poco en la cabeza la Copa?
Tengo la cabeza en el armado del equipo. Se abre el mercado y Boca siempre es una opción para cualquier equipo europeo...
No terminaste de ganar un título que ya pensás en el otro. ¿Sos de mirar series o películas para distenderte?
Muy poco. La última que vi fue La mujer del dragón tatuado.
¿Te gustó? Está en Netflix, ¿no?
Sí, me gustó. Es en Suecia, en Estocolmo. La vi en casa, por HBO.
¿Y al cine o salidas en familia hacés?
Tenés tu casa y la de Gustavo conectadas. ¿Se juntan las dos familias o como con tu hermano estás todo el día lo hacen menos?
Últimamente, entre los horarios de los nenes y los partidos nuestros, está imposible. Los más chicos se encuentran todos los días.
¿Tenés sala de vídeo en tu casa?
No.
Y si tenés que ver un partido importante para Boca o analizar uno estando en tu casa, ¿dónde lo ves?
Lo veo en la computadora y lo decodifico con el software.
¿Cómo es eso?
-Veo el partido en mi casa y en la compu lo analizo. Veo las jugadas de ataque, las jugadas de contragolpe, todo con el software.
Tu costado bilardista, digamos.
Nooo. Es estar informado, ja.
Fuente: >Olé
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