Crecen las familias monoparentales. ¿Es una decisión egoísta?
La familia monoparental constituída por madre e hijo no es en sí misma una construcción novedosa, madres solteras han existido siempre, lo novedoso son las madres solas por elección, o padres en solitario (hombres que acceden a la paternidad a través de la subrogación uterina). Quienes tomar esta decisión, en algunos casos se encuentran en el contexto de una pareja igualitaria, aunque no siempre el proyecto del hijo es compartido por ambos.
Pero, ¿cómo saber si se está preparado para encarar este proyecto? Si bien es una percepción subjetiva, se pueden establecer algunos patrones o características que definen cierto perfil.
Quien desee ser madre o padre en solitario debe tener:
· una importante apertura a la experiencia, que incluye la aceptación del cambio como motor de la acción, por encima de la aceptación de lo establecido.
· sentido de la responsabilidad, dado que los roles, funciones y obligaciones deben ser asumidos por una sola persona.
· recursos para la experiencia que le van a permitir modificar todas aquellos elementos o situaciones externas necesarias para llevar a cabo la crianza de un hijo.
Más allá de las cuestiones particulares asociadas a la historia simbólica de cada sujeto, se presentan algunos temores recurrentes como cuestiones en relación a la crianza de los hijos, sobre todo las referidas al rol del miembro de la pareja ausente y a su vez la articulación de esto en los distintos momentos de la vida; el pensar en el posible rechazo del hijo por no haber tenido “una familia normal”, temor que, por lo general, es el reflejo de la propia resistencia al cambio; y un temor “en remisión” referido a que el hijo sea rechazado por sus pares por provenir de una familia distinta. En este sentido, la sociedad comienza a ampliar el concepto de nuevos modelos familiares.
¿Es una decisión egoísta?
La búsqueda de un hijo tiene que ver con el deseo de cada sujeto singular, en todo caso el problema deviene cuando el hijo viene a tapar una falta y, como sabemos, las faltas no se tapan, sino que se elaboran.
¿Es una decisión egoísta?
El deseo de tener un hijo puede ser considerado como egoísta en cualquier circunstancia, porque radica en la necesidad de trascendencia que tiene el ser humano. Nacer, crecer, alimentarse y reproducirse son funciones inherentes a todos los seres vivientes. En el caso de los humanos se trata de la procreación, la progenie lleva la carga hereditaria de la generación parental, esta transmisión, no es ni más ni menos que la cultura. Entonces, más que un planteo egoísta es un planteo humano y es el único modo que tiene nuestra raza de transmitir la cultura. En todo caso, podemos decir, con más justeza que el ser humano es egoísta por naturaleza.
Se cuestiona la parentalidad en solitario como un acto egoísta. La realidad es que cada cambio que afecta lo social y culturalmente establecido genera resistencias. El plantearlo como acto egoísta se basa en suponer que genera algún tipo de conflicto o disfuncionalidad en el niño. No hay bibliografía publicada en ninguna parte del mundo que dé cuenta de desarrollo de patología psicológica o psiquiátrica en niños nacidos en hogares mono u homoparentales. Podría ser más esperable hallar la disfuncionalidad psicoemocional o cognitiva en hogares violentos, o en situaciones de abandono, que en familias intervenidas por las técnicas de reproducción asistida, en las cuales el deseo, desde siempre, ha sostenido la búsqueda y el camino de la construcción familiar.
Para cualquier persona la búsqueda de un hijo es siempre ansiógena y movilizante. Es ansiógena porque el camino a veces es muy duro e incierto con avances y retrocesos; y es movilizante porque el hijo que viene será a quién voy a legar todo mi “patrimonio”: la herencia de mi existencia y de mi paso por el mundo.
Cuando este hito tan trascendental en la existencia humana se transita en compañía de la pareja genera una contención muy importante. En el caso de las mujeres y hombres solos, es recomendable que cuenten con una red de apoyo familiar y social.
Una buena herramienta es recurrir a grupos de padres “solos por elección”, ya que el grupo de pares contiene y apoya a través del intercambio de experiencias y vivencias. En Argentina existen varios grupos que funcionan en distintas instituciones y es válido acercase para nutrirse en espacio de intercambio.
Fuente: Clarín
Publicar un comentario