MUCHO MESSI PARA EL MADRID EN LA VICTORIA DEL BARCELONA


Hay Liga porque existe Messi. Así lo decidió el argentino, que colonizó Chamartín y dejó al Barça con el sostén del campeonato doméstico. La actuación del argentino resultó colosal en todos los sentidos. Por lo que supuso en la arquitectura y la puntería azulgrana. Porque a veces tuvo que jugar contra su propio equipo y hasta contra el árbitro. Y porque tuvo un efecto devastador para los blancos. Indefendible para los de Zidane, el técnico francés tuvo que retirar antes de la cuenta a Casemiro porque cargaba con una tarjeta tras una tarascada al 10,que se comió unas cuantas. El entrenador galo ya no tuvo remedio con Sergio Ramos, que se llevó la roja por una dura entrada con las dos piernas por delante frente al propio Messi. En el Bernabéu todo pasó por Leo, incluso su broche al partido con un gol en el último parpadeo después de que el Madrid hubiera apelado a la heroica para igualar con 10. A Messi le debe el Barça su vida en esta Liga. Y por cuenta de Messi al Real ya no le salen tan claras las cuentas.


El primer acto derivó por vías opuestas, por la ruta más natural de cada uno. Más fervoroso y directo el Madrid; más moroso con la pelota el Barça a la espera de la mecha de Messi. Le costó a los azulgrana sacudirse a su adversario, de entrada empotrado cerca de Ter Stegen. El meta alemán es el primer encargado de articular el juego culé, pero solo encontraba evacuación por el pasillo central. Las bandas visitantes eran una ciénaga. Por un lado, con la ortopédica posición de Paco Alcácer, que nunca fue, ni será, un extremo. Por la derecha, todo el carril para Sergi Roberto, arrestado por Marcelo y algún volante blanco más. La desventaja de Alcácer frente a la pujanza de Carvajal se evidenció al minuto. Lo que tardó el lateral en sacar de rueda al valenciano y asistir a Cristiano, pateado por Umtiti dentro del área. No hubo condena arbitral, indulto barcelonista que quizá le condicionara más tarde con sus perdones a Marcelo y Casemiro.

El Barça encontró su primer escape a través de Busquets, agente del tráfico que le mandaba Ter Stegen. A la cadena se sumó Messi, el tercer eslabón tras su portero y el pivote. Así encontró el Barça refugio con el balón. Sin él es un equipo desvalido, máxime si ausente Neymar no fortalece el medio campo, sino que se entrega al postizo Alcácer. Equilibrado el choque, el Madrid cargó con un problemón. Antes del cuarto de hora, Casemiro, alguacil de Messi en el embudo, hizo la tenaza al rosarino. Al brasileño le tocó cargar con una amarilla madrugadora, una losa para posteriores intentos de arresto al “diez”. A un paso del descanso, el juez, sin otro motivo que porque sí, le condonó la segunda tras un pisotón al argentino.
Activado Messi, que también encajó un codazo de Marcelo que le obligó a masticar una gasa durante muchos minutos, el cuadro de Luis Enrique selló sus mejores secuencias. El Barça fue un equipo de nanas sin Leo y otro más “heavy”, estilista y picante con él. Hasta la irrupción fulgurante de Asensio, no hubo grandes despuntes en los de Zidane, algo temerario con la alineación de Bale, de vuelta a la enfermería cerca de la media hora. También con un juego espasmódico, el Madrid fue un equipo más vitalista que fino, con toques más aparatosos de lo habitual de Kroos y Modric. Y, en especial, de Bale, de chasco en chasco en cada golpeo. Las permutas de Cristiano y Benzema eran su mejor tajada. Hasta que el Barça se tragó un centro de Marcelo. Con la zaga cuarteada, Ramos remató al poste izquierdo de Ter Stegen, más rezagado de lo necesario bajo el larguero, y el rechace lo embocó Casemiro.
Al mazo del Madrid respondió de inmediato Messi, origen y final del empate forastero. Leo, Busquets y Rakitic trenzaron la jugada, Luis Suárez dio carrete a la pelota entre sus piernas y el argentino, al asalto del área, quebró a Carvajal y batió a Navas. Un gol estupendo que despejó los fantasmas recientes de Messi en Chamartín desde 2014.
El volumen subió tras el intermedio. El partido se rompió, saltaron las cadenas y hubo ida y vuelta, sin otro gobierno que el dictado por Messi. Los porteros tuvieron mucho más tajo, sobre todo el local. Keylor, en una jornada sobresaliente, se creció ante remates diabólicos de Alcácer, Luis Suárez, Piqué, Messi… Del intercambio de azotes salió peor parado el Madrid, algo inusual, porque le van al dedillo los encuentros de puño por puño.
Si el Barça tuvo en Messi al ingeniero para todo, en el Madrid pidió cita Asensio, relevo de Bale. Entre sus muchas virtudes, la mayoría por explotar en breve, está su despegue con el balón cosido al pie. Por la Liga, en la comparación solo le resiste Messi. En un acelere del mallorquín por la derecha –conduce igual de bien por ambas orillas, CR pifió uno de los goles de su vida, sin una mosca a su alrededor, con la portería como un cráter a dos palmos.


Mientras el duelo giraba entre Messi y Asensio, Zidane optó por no correr más riesgos con el amonestado Casemiro. Sin tiempo para el nuevo orden con Kovacic, su compatriota Rakitic reventó la malla de Keylor con un zapatazo soberbio con la zurda. El Madrid, cuesta abajo. Y más aún cuando Sergio Ramos se pasó de frenada y arrolló a Messi. Pero ya se sabe que el Madrid suele sacar provecho cuando se ve en las cuerdas. No hubo rendición y James, ante la flojera defensiva de los de Luis Enrique, logró el empate enfilado por Marcelo. Al Barça, a un metro de la lona en la Liga, solo le quedaba colgarse a hombros de su genio. De quien decidió aferrarse a la Liga como fuese. Tras ser el protagonista de otra amarilla, esta para Kovacic, el astro, en la última décima de segundo, sostuvo al Barça en la Liga con un segundo gol de escuadra y cartabón. Mucho Messi hasta para este Madrid que llegaba al clásico con todo el viento a favor.

Posiciones de la Primera División de España


Fuente: ElPaís

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