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Parece que algunas personas nacieran con mala suerte. Como la nutricionista estadounidense Haylie Pomroy. Muchos llegan a los 30 con pocas anotaciones en su historia clínica. Tan sanos han sido que recuerdan con zozobra las peores gripas que han tenido (como si hubieran sido grandes desafíos para su salud). Pomroy, en cambio, llegó al mundo con “defectos de fábrica”. Sufre de alergias alimentarias y tiene una enfermedad autoinmune llamada púrpura, que hace que su sistema inmunológico ataque las plaquetas que coagulan la sangre. Para ella, una cortadita puede ser peligrosa. Para rematar, a los 25 años estuvo en medio de un accidente automovilístico que la dejó con un desorden que produce un dolor intenso y crónico.
Sí, Pomroy nació con un cuerpo frágil y la vida se encargó de debilitarlo aún más. Después del accidente, cometió el error de leer su expediente, en el que el médico escribió: “Uno de los peores casos de este síndrome de dolor crónico que he visto. Probabilidad de suicidio”. Hoy, sin embargo, es una exitosa nutricionista con tres libros que han llegado a la primera posición en las listas de los más vendidos del New York Times. Todo esto debido a ese organismo delicado, que la impulsó a investigar para encontrar soluciones a sus problemas de salud. Y todas las encontró en la comida.
Su bestseller más reciente es Los alimentos del metabolismo acelerado, que explica cómo el metabolismo y la comida ayudan a controlar el sobrepeso, las enfermedades gastrointestinales, la fatiga crónica, el desbalance hormonal, los cambios de humor, la diabetes, el colesterol y los padecimientos autoinmunes.
La importancia del metabolismo
Todo arranca con una fórmula mágica:
A + B = C
- A= COMER, HACER EJERCICIO, EL MEDIO AMBIENTE
- B= METABOLISMO, SECUENCIAS METABOLICAS, INDIVIDUALIDAD
- C= SALUD, ARMONÍA
Es la ecuación de Pomroy para una vida sana. Y la nutricionista hace énfasis en que debe contener tanto la A como la B. “Dado que todos tienen un metabolismo distinto, ninguna dieta o ejercicio es correcto para todos –escribe–. No hay dos metabolismos que funcionen exactamente de la misma forma para crear un cuerpo sano, y no hay dos cuerpos iguales. Es por esto que, por sí sola, la alimentación no crea salud”.
El metabolismo es el proceso por medio del cual el cuerpo transforma el alimento en energía para que el organismo trabaje, se nutra y se repare. Es el motor que toma el combustible para ponernos a andar. Los procesos metabólicos, por ejemplo, determinan cómo usamos la glucosa que entra al cuerpo: si llega al cerebro, a los músculos o a las células grasas. Si en los exámenes de laboratorio aparece que tenemos un colesterol alto, esto quiere decir que no estamos metabolizando el colesterol correctamente, y lo que sugiere la nutricionista es modular el metabolismo con alimentos, que para ella son la mejor medicina. Solo hay que descubrir cuál es su problema particular, para atacarlo con la comida adecuada y durante el tiempo correcto. Es un asunto de paciencia, pero la recuperación se dará desde la raíz; no ocurrirá, como con la mayoría de remedios, que no curan, simplemente alivian y ocultan que algo anda mal.
“La palabra metabolismo viene del griego metabolismos, que significa ‘cambiar’ –explica Pomroy–. El propio concepto es dinámico”. Esto quiere decir que no estamos destinados a nada. Solemos creer que, por genética, tenemos una mala digestión y que no hay otra opción que acostumbrarnos, resignarnos a andar hinchados todo el día o a tomar medicamentos. Nuestra abuela falleció por un infarto y, por eso, cuando nos dicen que tenemos la presión arterial por los cielos decimos: “¡La herencia! A tomar pastillas”. Pero, según la experiencia de Pomroy, lo fascinante del metabolismo es que cambia. La manera en que procesamos el colesterol es diferente según lo qué comemos, cuándo y cómo. También influyen las exigencias que le imponemos al cuerpo y los estímulos exteriores que recibimos, que nos pueden producir estrés, felicidad o tranquilidad.
Amar la comida
Además de entender cómo funciona esa máquina dentro de nosotros, la nutricionista hace un llamado para que cambiemos nuestra relación con la comida: “Para lograr los resultados que quieres, no puedes temerle a la comida –asegura–. No puedes evitar la comida. Debes tener una relación amorosa con ella”.
Usted compra una chocolatina después del almuerzo. Muere de ganas de un bocadito de dulce. Rompe una pastilla debajo del escritorio y la lleva a la boca. Sabe delicioso, pero ni siquiera se da cuenta, porque en su cabeza pesa más la culpa. “Espero que nadie me vea comer esto”, piensa. Se siente gordo. Sabe que ese pequeño manjar no le hará bien. Teme que lo juzguen. De acuerdo con Pomroy, toda esta situación influye en su metabolismo: “Cada uno de los factores en el ambiente determina qué enzimas se secretan y qué sucederá como consecuencia de esos alimentos en tu hígado, tu vesícula, tu páncreas…”. El estrés hace que produzcamos cortisol y adrenalina, como método de defensa ante una posible lesión, si estas sustancias no se utilizan pueden generar problemas para absorber y utilizar el colesterol, o pueden aumentar los niveles de glucosa en la sangre y conducir a una diabetes.
La nutricionista quiere que olvidemos la culpa frente a la comida y el estrés que conlleva, por eso ve con malos ojos las dietas que privan a la gente de ciertos productos, como aquellas que eliminan los carbohidratos. Ella, en sus planes de alimentación, incluye todo tipo de comidas. Claro, saludables. Y antes de definir una prescripción para cada persona, hace muchas preguntas para definir qué es lo que está mal con su cuerpo. Como con su libro no puede ver a la cara a sus pacientes, lo que les pide, antes que nada, es que oigan su organismo. No es normal el cansancio excesivo que no le permite levantarse de la cama por las mañanas o que lo pone a cabecear frente al computador en las tardes. No es normal sentir el estómago inflamado cada vez que come. No es normal que su síndrome premenstrual sea demasiado doloroso. No es normal que su deseo sexual haya desaparecido. No es normal que tenga cambios de ánimo de un momento para otro. No es normal que a ratos tenga la mente nublada y no pueda pensar claramente.
El cuerpo es como un reloj que debe funcionar a la perfección y es posible lograrlo si dejamos de ignorar las señales que nos manda y empezamos a regular nuestro metabolismo con los alimentos adecuados.
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