La llamada “gran prensa” viene cayendo en apreciaciones divorciadas de la verdad, tanto a nivel local como global. Esta aberración –impulsada por una clarísima merma de la objetividad informativa, privilegiando la opinión sobre la narración veraz de los hechos- la está llevando a perder el norte proyectando situaciones que, al final del día, desembocan a contramano de la realidad. En parte este vicio surge de aquella abusiva obsesión que apela para todo al “sondeo de opinión” –la encuestitis que hoy invade las páginas y pantallas de aquella “gran prensa”- usada como justificación para respaldar corrientes noticiosas inventadas por algunos avezados manipuladores mediáticos. Sin embargo, la verdad siempre acabará imponiéndose sobre este periodismo vacío y falsario, al estar confirmado -de manera rotunda- que las “opiniones” de las masas no necesariamente caminan de la mano de la verdad. Recordemos que de un tiempo a esta parte las encuestas –preparadas a la talla de quienes solventan la factura- llevan implícito el sello -sesgado e intencionado- de quienes planean, ejecutan y mangonean las preguntas y falsean los contextos, para derivar al interrogado hacia determinadas respuestas sicológica, eficazmente inducidas. Esta post verdad –creada adrede para sacar réditos produciendo circunstancias que deslumbren la atención de la opinión pública- viene promoviéndola la “gran prensa”, al “informar” de manera tendenciosa con el propósito de mantener sus privilegios.
La razón de ser de este atentado contra el noble oficio periodístico es la equivocada y desesperada respuesta de la “gran prensa” ante la feroz competencia de las redes sociales. Una competencia que hora a hora menoscaba el poderío político, social y económico de estos emporios mediáticos conformados por una prensa escrita, radial y televisiva que incurre en enormes costos, a contrapelo de la gratuidad que campea en las redes sociales. La “gran prensa” viene perdiendo decenas de miles de seguidores, en contraste con el éxito de millones de “operadores informativos” trajeados de periodistas. Nos referimos a esa gente escudada tras el secreto y regalado espacio de internet, desde donde emite “informaciones” y “noticias” a borbotones exclusivamente a mérito de generar murmullos, rumores y chismes que, repetidos como mantra una y otra vez, acaban convertidos en verdades plenas, llegándose el colmo que los lectores y oyentes consideren noticias falsas a todas aquellas que simplemente no les gusta.
Bajo la falacia de promoverse como un espacio abierto, honesto, contemporáneo y políticamente correcto, este neo periodismo procura atraer a unas masas embobadas por su simpleza intelectual y la vanidad de su existencia. Esta tesitura hace que los adictos a las noticias inventadas no distingan entre lo que es una opinión de lo que es la información. Reiteramos, basta que las lucubraciones sean repetidas mil veces para convertirlas en “noticia”, sin necesidad de estar justificadas por hechos. Suficiente que las acompañe un atractivo e ingenioso análisis o, repetimos, alguna encuesta –mejor todavía si está elaborada a la medida- para que el público las valore como “noticia”.
Duro trance encaran los medios de prensa que están orientados a motivar el auténtico periodismo, basado en el rigor de la noticia.
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