La sociedad peruana soporta una carga emocional muy pesada sobre sus hombros. Alberto Fujimori, presidente electo democráticamente, se encuentra preso hace doce años sentenciado por “autoría mediata” de genocidio; Francisco Morales Bermudez, ex presidente golpista, enfrenta una orden de extradición de la justicia italiana por presuntos asesinatos en masa cometidos en los años de oro del militarismo regional al amparo del plan “Cóndor”;otro jefe de Estado electo por voto universal Alejandro Toledo; tiene orden de captura a nivel internacional por corrupción y lavado de dinero; y Ollanta Humala, ex presidente ungido por el voto democrático;así como su esposa Nadine Heredia- están imputados por la Fiscalía por cometer delitos de corrupción y lavado de dinero. Ayer, en horas de la noche, a pedido de la Fiscalía el juez Richard Concepción Carhuancho dispuso prisión preventiva para esta ex pareja presidencial. Dos ex presidentes presos; dos ex presidentes con orden de extradición. Record fatal.
Por una parte, es verdad que los jefes de Estado son reflejo de las sociedades que los eligen. Evidentemente surgen de las mismas canteras que la gente común y corriente. Los estratos sociales a los cuales pertenecen los ex mandatarios presos o con orden de extradición lo dicen todo. De manera que a llorar al monte. Excepto que a nuestro pueblo se le ha engañado sistemáticamente a través de campañas electorales falsas, perversas, financiadas por intereses ajenos a la población, manipuladas por expertos en sicosociales que transubstancian lo malo en bueno recurriendo a la complicidad de los medios y la publicidad falsaria. De modo que si es cierto que los pueblos merecen los gobiernos que tienen, existe pues una salvedad muy contundente en nuestro caso.
Recordemos que Ollanta Humala fue un polichinela del impresentable Chávez. Recibió millones de petrodólares introducidos de contrabando en maletas y baúles, con lo cual financió su campaña electoral 2006 decidido a hipotecar al Perú al régimen chavista, a cambio de millones robados al pauperizado pueblo venezolano y a la asesoría electorera y política que Humala recibiera desde Caracas. En 2011 Ollanta cambió de sponsor, aceptando millones de dólares del imperio brasileño que estaba urgido por expandir su poder en toda la región. Humala volvió a someterse al señorío extranjero, también a cambio de recibir millones de dólares mal habidos. Instalada en palacio, la ex-pareja presidencial gobernó el país con los pies; aunque en simultáneo se dedicaba ensanchar la enorme fortuna acumulada tras dos procesos electorales que sirvieron de millonaria fuente de ingreso. El resto es historia.
Sin embargo hay un panorama adicional que debemos destacar. Como bien pregunta una inteligente pluma amiga, “¿Donde están el Premier Cateriano, los congresistas, los integrantes de la promoción del Ejército que ascendieron ilegalmente, los diplomáticos que privilegio, los periodistas asalariados; y sobre todo, donde están los garantes Mario Vargas Llosa y Alejandro Toledo?.
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